Este neologismo ya ampliamente difundido nace como opuesto a la utopía ("sitio inexistente con una sociedad organizada de manera ideal"), también con intención literaria que se extendió al teatro y el cine. Es un género de ficción donde una sociedad (que suele reflejar a la nuestra) se encuentra sometida a un poder totalitario, a un sistema que la usa en su propio beneficio o el de sus líderes simulando el bien de la población. Y es otro nombre mal puesto: como 'utopía' tiene etimología griega, lo contrario teniendo en cuenta su definición es antiutopía usando el prefijo αντι (anti- "opuesto"), y no δυσ (dis- "anomalía"). Así estaría nombrando a un "lugar anómalo, con dificultades", y no se ajusta muy bien al concepto. Por supuesto que si usaron el prefijo latino dis- ("negación, contrariedad") sería mucho peor (aunque es una variante del griego interpretando como negativo a lo que es incorrecto).
"A veces miro a mi alrededor y me parece vivir en una distopía huxleyana."