cáncer
Destrucción de la pared del esófago por la acción del cáncer.
radiaciones, virus, clima, hábitos alimentarios, etc., que pueden liberar el poder cancerígeno que poseen algunas células en estado latente. La explicación más corriente de esta enfermedad es que alguna célula corporal, muchas veces del tipo de célula madre, sufre un cambio genético de tal naturaleza que la célula alterada es mucho menos^ensible que sus vecinas a los factores que controlan las poblaciones celulares del ser organizado; por lo tanto, se multiplica en condiciones en las cuales la reproducción de las células normales quedaría limitada. El hecho de que tales células escapen de los mecanismos de control del desarrollo se asocia, más o menos recíprocamente, con una pérdida de capacidad para diferenciarse y, por lo tanto, para manifestar propiedades funcionales especializadas. A consecuencia de ello, se dice a menudo que las células cancerosas destinan todas sus energías a crecer, en lugar de realizar sus funciones. Dado que el cambio que transforma las células corporales en células cancerosas tiene lugar en su mecanismo genético, éstas pueden transmitir sus características a su descendencia; en consecuencia, una vez iniciado, el cáncer sigue creciendo, de modo que, si no se extirpa o destruye precozmente, las células cancerosas que se van multiplicando invaden otros tejidos y órganos, incluso se diseminan por la linfa y la sangre a otras partes del cuerpo, donde establecen nuevos centros de crecimiento denominados crecimientos secundarios o metástasis. Al perder su capacidad de responder a la influencia que hace que las células normales se diferencien y limiten su crecimiento, las células cancerosas parecen capaces de reproducirse indefinidamente. Los estudios experimentales sugieren que, a menos que las células madre del cuerpo sufran una transformación maligna, no pueden propagarse indefinidamente. En consecuencia, la capacidad de responder a la influencia que desencadena la diferenciación, existente en células madre normales, parecería asociarse con factores que limitan su capacidad reproductora. La primera aproximación a la génesis de los tumores se logró en 1775, por obra del cirujano inglés P. Pott, quien observó que los deshollinadores que habían iniciado su actividad en los primeros años de la vida mostraban ya en la primera juventud un cáncer de la piel en los pliegues del escroto, donde se acumulaba el hollín. De ello se deducía la existencia de sustancias cancerígenas de acción directa y prolongada, y un tiempo de laten-cia, ya que el tumor no aparecía sino al cabo de 10-20 años. Estos conceptos sobre el cáncer provocado por sustancias químicas siguen aún vigentes: todo aquel que trabaja con productos de anilinas, que se eliminan a través de las vías urinarias, tiene muchas posibilidades de desarrollar un cáncer de vesícula al cabo de cierto número de años; las personas que se encuentran en contacto con arsénico* o amianto* pueden contraer con mayor facilidad un cáncer pulmonar, y así para otras sustancias químicas. A principios de nuestro siglo se descubrió que ciertos tipos de leucemia eran producidos por virus y se logró producir un cáncer con los rayos X. Se sabe, pues, que hay cierta relación e/itre el cáncer y el alcohol, los traumatismos, las inflamaciones, etc. Mucha más importancia tiene la acción de ciertas sustancias, como los hidrocarburos aromáticos (hollín, alquitrán, breas, etc.), las anilinas (v. fenila-mina), el humo atmosférico, cromatos, etc., que determinan cánceres en diversas localizaciones, según donde se pongan en contacto los agentes. Así, las breas producen cánceres cutáneos; las anilinas, cánceres vesicales; el polvo de las minas, con radiactividad, cánceres de pulmón, etc. Especial interés ofrece el hábito de fumar en relación con el cáncer de pulmón, del labio y de la laringe. Las radiaciones ionizantes (de la industria, rayos X empleados en medicina, distintas sustancias radiactivas, etc.) determinan tumoracio-nes malignas. También se ha constatado que en el hombre son más frecuentes los cánceres del aparato respiratorio y digestivo, mientras que en la mujer, lo son los de mama y matriz; la edad que lo sufre con más frecuencia es la comprendida entre los 50 y los 65 años. La medicina preventiva en la lucha anticancerosa se realiza en
Entre los distintos tratamientos para luchar contra el cáncer, la radioterapia ocupa un lugar preferente.
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