Oficio, hoy desaparecido, de los años de hambre y miseria de nuestra posguerra al que también denominaban saborero. "Ha llegado el sustanciero". Así se anunciaba este personaje que llevaba atado con una cuerda un hueso de jamón o de vaca que introducía por una perra gorda durante unos minutos en el puchero de los pobres o por una peseta durante un cuarto de hora. Se mantuvo hasta entrados los años 60.
"¡Sustancia! ¡Sustancia! ¡Sustancia para el puchero!, se anunciaba el sustanciero"