Del latín tripaliare y tripalium, tres palos, dos en aspa y otro vertical, instrumento de castigo y tortura al que se ataban esclavos y reos en la antigüedad. Parece que este es el origen de nuestra palabra trabajo y es cierto que con frecuencia se le ha considerado como un castigo divino o una tortura o sufrimiento necesario: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente"
"tripaliar era someter a alguien a la tortura de los tres palos"