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¿ alimentación infantil: la del niño, desde su nacimiento hasta el inicio de la adolescencia.
La lactancia* constituye uno de los períodos más críticos del ciclo vital en cuanto a la alimentación, en razón del rápido crecimiento que tiene lugar durante el primer año de vida y de la debilidad del organismo para digerir y asimilar el alimento. Cumplido el año, se determina en el niño un cambio en su interés y apetito por la comida; la razón básica no es sino la paulatina detención de la fase del crecimiento rápido y, por tanto, de la demanda alimentaria desde el punto de vista cuantitativo; se inicia la incorporación de alimentos sólidos (purés, frutas, etc.). La alimentación durante la edad preescolar reviste especial interés por el hecho de que influirá notablemente en los hábitos alimentarios del sujeto, así como por su importancia en el terreno social (guarderías, etc.); lo mismo ocurre durante la edad escolar (5-10 años).
¿ alimentación parenteral: alimentación artificial a base de inyección parenteral de sueros fisiológicos y otros electrólitos. (La solución se administra mediante un catéter venoso central, y contiene el 20 % de glucosa y el 3,5 % de proteínas en forma de aminoácidos, además de las vitaminas y minerales que se le añaden.)
¿ alimentación con sonda: alimentación artificial a base de alimentos líquidos que se introducen directamente en el tubo digestivo
Distintos tipos de alimentos.
gracias a la ayuda de una sonda. Esta modalidad de alimentación se utiliza cuando no es posible ningún otro método; por ejemplo en casos de obstrucción del esófago o después de una cirugía oral o de cáncer de esófago, en lesiones graves de este órgano y del estómago, en las escisiones del estómago (gastrec-tomías) y cuando el paciente se halla inconsciente como consecuencia de un trauma craneal o de un accidente vascular cerebral. La alimentación por sonda exige una dieta líquida, bien sea a base de una solución esencialmente láctica, o bien añadiendo a dicha solución alimentos sólidos pasados por una batidora. También requiere especial cuidado la no contaminación de los alimentos suministrados, ya que se provocaría una infección gastrointestinal.
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La alimentación durante la lactancia es muy importante.
minas; es decir, la ración alimenticia debe ser equilibrada en los elementos constituyentes (v. dieta). En relación a las proteínas, actualmente se reconoce mayor importancia a las necesidades de aminoácidos, a la proporción en que se encuentran en los productos alimenticios y a la digestibilidad de las distintas proteínas, que a la simple tasa proteica en los alimentos; las proteínas, de alto valor biológico, es decir las de origen animal, deben constituir, para muchos bromatólogos, del 20 al 25 % de la cuota proteica total. Desde el punto de vista calórico, las grasas serían teóricamente sustitui-bles por los glúcidos, pero en la práctica se ha comprobado que cierta cantidad de grasa es necesaria por las siguientes razones: a) actúa como vehículo de las vitaminas liposolubles; b) su presencia hace que los alimentos sean más apetitosos; c) su alto valor calórico permite una disminución del volumen de la ración, y d) su prolongada digestión y la lenta absorción retardan las sensaciones de hambre y de «vacío» que suelen aparecer poco después de una comida constituida predominantemente por hidratos de carbono. Además, parece ser que en el hombre ciertos ácidos grasos insaturados (linolénico, linoleico, araquidónico) tienen carácter de principios alimenticios esenciales. En cuanto a las sales minerales, que normalmente se encuentran en cantidades suficientes en las dietas ordinarias, sus necesidades aumentan en ciertas condiciones fisiológicas. ¿ alimentación artificial: la que se realiza por medios distintos de los ordinarios (por sonda, por vía pa-renteral, etc.)
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Científico estadounidense clasificando los alimentos que utilizarán los astronautas en sus viajes espaciales.
el balance está equilibrado; cuando las entradas son superiores a las salidas, hay ganancia de sustancia y el balance es positivo; si es a la inversa, el balance es negativo. La realización de un trabajo conlleva un consumo de energía; no importa si aquél es grande o pequeño, o si se trata de un hecho voluntario (andar, jugar a la pelota, etc.) o involuntario (respirar, digerir, mantenimiento del tono muscular, etc.). El cuerpo debe disponer de alimentos como fuentes de energía para mantener su temperatura y realizar trabajo. Existe una relación directa entre la cantidad de trabajo realizada, el calor producido por el cuerpo y el volumen total de la ingesta. Así, no se puede producir más trabajo del que permite el aporte energético alimentario, a menos que se recurra a las reservas almacenadas en forma de tejido adiposo, circunstancia que se hace evidente de forma dramática en situaciones de hambre, con la consiguiente pérdida de grasa del cuerpo. En la combustión u oxidación de los nutrientes en el interior del organismo se produce calor, cuya medida, expresada en calorías, informa acerca del metabolismo energético. El valor calórico de los alimentos, determinado mediante un aparato llamado calorímetro, debe ser corregido en razón de las pérdidas que se producen por causa de la digestión y de la excreción, para obtener así el valor calórico fisiológico. El valor calórico de los tres grandes grupos de nutrientes está establecido en: proteínas, 4 cal/g; grasas, 9 cal/g; hidratos de carbono, 4'cal/g. De este modo se puede estimar el valor calórico de la mayoría de los alimentos, aplicando las razones de oxidación fisiológica a su composición porcentual en proteínas, grasas e hidratos de carbono. No obstante, a la hora de confeccionar una dieta alimenticia hay que tener en cuenta otras mermas inevitables: una ración de cierto número de calorías sufre una reducción de alrededor de un 10 % de su valor calórico causada por las pérdidas de sustancias inmediatas que tiene lugar en la preparación culinaria de los alimentos (cocción, etc.) y, además, por el hecho de que éstos nunca son digeridos de forma perfecta. Así pues, la digeribilidad de los distintos alimentos es un factor importante a tener presente para una alimentación racional. El gasto energético del organismo en condiciones de absoluto reposo (metabolismo ba-sal) se aplica a: 1) mantenimiento del tono muscular y temperatura corporal; 2) circulación; 3) respiración, y 4) otras actividades glandulares y celulares. Los factores más determinantes de este consumo energético son la edad, la altura y el peso; también influyen los posibles estados morbosos y el nivel de nutrición (estado trófico) del individuo. Entre los factores que influyen en las necesidades energéticas totales el más importante es el trabajo muscular, aunque también debe tenerse en cuenta la temperatura ambiental, el clima, la estación, el hábitat y las ropas, principalmente por su efecto sobre la termorregu-lación del cuerpo. No basta que la ración alimenticia aporte la cantidad de calorías suficientes para cubrir las necesidades calóricas del individuo, sino que también es necesario que ésta asegure la introducción de una cantidad óptima de prótidos (entre ellos los de alto valor biológico), de grasas, de glúcidos, de ciertos minerales y de vita-
alimentación f. Proceso fisiológico consistente en la ingestión de alimentos con objeto de satisfacer las necesidades específicas del crecimiento, del desarrollo y de la adaptación del organismo a lo largo de su existencia.
El estudio del contexto social y de las particularidades del comportamiento individual, junto con las ciencias de la nutrición y de los alimentos, es de gran utilidad para comprender y valorar la importancia de la alimentación del hombre de hoy. Así pues, los factores determinantes de los hábitos alimentarios son múltiples y complejos; entre ellos destacan los factores culturales (costumbres alimentarias que se transmiten de generación en generación, información, etc.), los factores económicos (sobre todo en ausencia de conocimientos sobre el valor nutritivo de los alimentos), los factores sociales (sistemas de valores acerca de la obesidad, la salud, etc.) y los factores psicológicos de diversa índole. El aprovechamiento de los alimentos por el organismo comprende varias etapas: ingestión, digestión, absorción, asimilación, desasimilación y excreción. Dicho aprovechamiento consiste, a grandes rasgos, en la síntesis de nuevo material orgánico y reparación de los tejidos desgastados, y en la oxidación controlada, con liberación gradual de energía, que se utiliza en formas de trabajo (mecánico, eléctrico, osmótico) y en la síntesis de nuevas sustancias necesarias para el funcionamiento de la célula, o que se disipa en forma de calor. La primera función es realizada esencialmente por los prótidos y la segunda principalmente por los glúcidos y los lípidos. Por tanto, existe un continuo intercambio material y energético entre el ambiente externo y el ser vivo; el organismo asimila constantemente materiales del exterior de todo género, restituyéndolos a este medio exterior por las excretas más o menos modificadas; por otra parte, introduce con los alimentos una cierta cantidad de energía química, que en su mayor parte se libera en el curso de los procesos metabólicos, y que, finalmente, se restituye al medio exterior bajo otras formas, en particular en forma de energía mecánica y de calor. Cuando las salidas de energía son iguales a las entradas,
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