artrografía f. Radiografía de una articulación. Lo más importante para el diagnóstico y terapia de gran parte de las artropatías es descubrir los signos radiológicos precoces de la enfermedad; y ello es especialmente cierto en el caso de las artritis* y de las artrosis*. Así, ante una presunta artritis reumatoidea, se solicitará una radiografía de ambas manos, en proyección palma-pla-ca, y de ambos pies, en proyección planta-placa, puesto que es en manos y pies donde resulta más fácil detectar los cambios precoces. En este caso particular, la alteración radiológica de mayor importancia diagnóstica consiste en la aparición de erosiones. Por otra parte, las alteraciones radiológicas en la artrosis están recogidas en un catálogo, que va desde el grado 1 (equivalente a diagnóstico radiológico dudoso) hasta el grado 4 (artrosis grave). También existe un atlas radiográfico en que se muestran las diferentes características de los dedos. Aparecen afectadas las articulaciones de los pies, rodillas, región cervical, caderas, y el estado general queda afectado más intensamente que en el primer período. En una tercera fase aparecen anquilosis (reducción o abolición de la movilidad de la articulación) y deformaciones; de éstas las más comunes son: dedo en martillo, deformidad en ojal y deformidad en cuello de cisne. El signo radiológico más precoz estriba en la tumefacción de los tejidos blandos situados alrededor de las articulaciones interfalángicas pro-ximales y de las metacarpofalángi-cas; le sigue la descalcificación y la presencia de proliferaciones del periostio (membrana que rodea el hueso). Pero la alteración radiológica de mayor importancia diagnóstica está constituida por las erosiones (v. artrografía). Dentro del cuadro de la artritis reumatoide suelen incluirse actualmente varios procesos morbosos que antes eran considerados como enfermedades aparte, y cuya etiología también es desconocida: espondilitis anquilosante, que afecta inicial-mente a las articulaciones sacroi-liacas, extendiéndose después a las intervertebrales y costoverte-brales, a las del hombro y de la cadera y finalmente a las periféricas; artritis reumatoide infantil o enfermedad de Still, caracterizada por poliartritis, aumento del volumen del hígado y bazo, afección de los ganglios linfáticos y anemia hipo-croma; artritis psoriásica, a la que se asocia la clásica manifestación cutánea; hidrartrosis intermitente, que se localiza preferentemente en la rodilla, y enfermedades de Reiter, caracterizada por la tríada conjuntivitis, uretritis y poliartritis, etc. En cuanto a las pruebas de laboratorio para la artritis reumatoide, la reacción de Waaler-Rose es positiva en un 50-70% de casos y de la articulación. El hallazgo del gonococo en la uretra o en la vagina y los antecedentes de contactos sexuales pueden ser de gran ayuda para el diagnóstico y la terapéutica. Las artritis reumatoides afectan a varias articulaciones de modo difuso, en especial a las articulaciones periféricas, generalmente de forma simétrica, no supuran y son crónicas o subagudas, de evolución progresiva; también se las conoce por poliartritis crónicas primarias, poliartritis crónicas reumáticas o reumatismo articular crónico progresivo. Se trata de una enfermedad muy frecuente que constituye un auténtico problema social; puede aparecer en cualquier edad, pero en más del 80% de los casos empieza entre los 20 y los 50 años, con preferencia por el sexo femenino y con tendencia a afectar varios miembros de la misma familia. No existe ninguna relación entre clima e incidencia de esta enfermedad, causante de una limitación de la movilidad articular y de deformaciones secundarias eventuales. En la mayoría de casos la afectación articular es simétrica y se localiza en las articulaciones interfalángicas, metacar-pofalángicas y metatarsofalángi-cas, muñecas, rodillas, tobillos, hombros, codos, etc. Es característico de esta enfermedad el que no afecte la articulaciones sacroiliacas ni las de la región dorsal y lumbar de la columna. Otras características, que cada vez reciben mayor atención, son las manifestaciones extraarticulares. Entre un 5% y un 25% de casos aparecen nodulos subcutáneos en regiones expuestas a estímulos mecánicos (cara de extensión del codo, dorso de las manos, región sacra, etc.). Los ganglios linfáticos que drenan las articulaciones afectadas pueden estar engrosados; en algún caso la enfermedad ganglionar es intensa y generalizada. También puede aparecer una inflamación difusa de los vasos sanguíneos y las articulaciones de la laringe pueden lesionarse, dando lugar a ronquera y estridor laríngeo. La enfermedad es de etiología desconocida. Por el momento se la considera como una enfermedad del colágeno* (principal constituyente del tejido conjuntivo y de la sustancia orgánica de los huesos y cartílagos) y, provisional e hipotéticamente, de origen y desarrollo inmunológico. Es muy importante, para tomar medidas terapéuticas adecuadas, el diagnóstico precoz. La tumefacción, que se aprecia fundamentalmente en las articulaciones meta-carpofalángicas del pulgar, índice y medio, se debe predominantemente a la proliferación de líquido sinovial y al edema y afectación de la cápsula homónima, lo que produce dolores al mover la articulación. Pasados unos meses, se aprecia una atrofia muscular, siendo muy frecuente la llamada «rigidez matutina». En una segunda fase hay destrucción del cartílago, muerte celular y fibrosis* de la membrana sinovial, encogimiento y contracción de la cápsula e invasión de tendones y vainas por tejido de granulación. En las manos es característica la desviación cubital patía es, muchas veces, dificilísimo. Las artropatías suelen dividirse en cuatro grandes grupos: endógenas o metabólicas, como la gota*; exógenas o infecciosas, como la artritis*; sintomáticas de procesos generales o locales, como en la enfermedad de Parkinson*, y de etiología dudosa, como la artrosis*.
