cistitis
La clínica a que da lugar son trastornos más o menos intensos de la micción, que aparecen de forma brusca y consisten sobre todo en polaquiuria (emisión frecuente de orina), disuria (dolor y ardor al orinar) y dolor suprapúbico. La orina con frecuencia es sanguinolenta y puede resultar maloliente. La exploración física generalmente sólo revela una uretra dolorosa y congestiva y un dolorimiento suprapúbico. En el caso de presentarse manifestaciones sistemáticas, tales como fiebre, náuseas, vómitos y dolor en el ángulo costovertebral, debe sospecharse la existencia de una infección renal concomitante. La gran mayoría de estas infecciones son de origen ascendente. En la mujer, los gérmenes suelen colonizar el introito vaginal y el área situada alrededor de la vejiga, y, debido a la corta longitud de la uretra femenina, el acceso a la vejiga resulta mucho más fácil. Esto contribuye a explicar la mayor incidencia de cistitis en el sexo femenino. Para su diagnóstico suele ser útil la exploración microscópica de la orina, donde se pueden identificar bacterias. El tratamiento se realiza mediante medidas inespe-cíficas, tales como la ingestión forzada de líquidos, que en teoría arrastrarían las bacterias que asientan en la vejiga, y un tratamiento antibiótico específico, f. Inflamación de la mucosa de la vejiga urinaria. El origen de la cistitis suele ser bacteriano, por gérmenes como el Es-cherichia coli, enterococos, pro-tus, estafilococos, etc., aunque también puede ser el resultado de irritaciones químicas o mecánicas.
Las dilataciones de la cavidad subaracnoidea se denominan cisternas.
