cordoma
Los síndromes coreicos se manifiestan por movimientos involuntarios, desordenados, bruscos, sin objeto e imposibles de imitar. Todos estos movimientos se deben a la lesión de la región optostriada (perteneciente al tálamo* óptico y al cuerpo* estriado de los hemisferios cerebrales), especialmente de la parte posterior del tálamo, y, tal vez, también de los núcleos de la protuberancia*. Afecta principalmente a los miembros y al tronco, y en los casos intensos, a la cara. En el corea agudo (de Sydenham), los movimientos coreicos pueden ser apenas perceptibles en ocasiones, mientras que otras veces son muy intensos; afecta principalmente a niños entre seis y doce años. Las principales características del corea crónico (de Hunting-ton) son: su carácter familiar y hereditario (autosómico dominante) y comenzar tardíamente, por lo común después de los cuarenta años; esta forma afecta selectivamente al núcleo caudado. El cuadro clínico presenta inicialmente una lentificación de movimientos finos y, posteriormente, aparecen movimientos imprevisibles, irregulares y polimorfos, con afección proximal y del tronco y dificultad en la articulación y deglución. En ocasiones, existen trastornos psíquicos caracterizados por una demencia progresiva. El empleo de fármacos bloqueadores de los receptores dopaminérgicos constituye la principal ayuda terapéutica en los estados iniciales. Una forma especial de corea es el hemibalis-mo, caracterizado por movimientos amplios y bruscos, con el lanzamiento de toda una extremidad. Aparece a consecuencia de lesiones de la región subtalámica, habi-tualmente de etiología hemorrági-ca. El tratamiento más efectivo es la talamotomía* ventrolateral. m. Tumor desarrollado a partir de los restos de la cuerda dorsal. (Su sintomatología varía según sea craneal, vertebral o sa-crococcígeo.)
