desinfección
La deshidratación reviste distinta gravedad según el líquido perdido y la edad del individuo; es más peligrosa y espectacular en la infancia.
Para la desinfestación de piojos se utiliza el hexaclorociclohexano (HCH); contra los mosquitos en fase larvaria se utiliza la petrolización de charcas, mientras que en fase adulta se emplean aerosoles de insecticidas; para las pulgas y garrapatas se espolvorean los animales que las transportan con Baygón, DDT, HCH, etc.; contra los chinches se utilizan soluciones insecticidas en las camas, marcos de ventanas y armarios; contra los roedores se emplean trampas mecánicas, productos químicos del tipo de los anticoagulantes sanguíneos y tóxicos mortales, y ultrasonidos para provocar esterilización, f. Técnica de saneamiento que tiene por objeto destruir los microorganismos patógenos, productores de enfermedades transmisibles, actuando sobre las personas, animales, ambiente y superficies de locales, objetos y excretas portadores de aquéllos, para evitar así su propagación. Esta acción germicida (destructora de gérmenes) puede ser bactericida, viricida, fungicida, esporicida, según se actúe sobre bacterias, virus, hongos o esporas, respectivamente. La desinfección puede llevarse a cabo por métodos físicos, tales como la ebullición, los rayos solares o los ultravioletas artificiales, ultrasonidos, o bien por métodos químicos, utilizando productos llamados desinfectantes, que deben reunir, entre otras, las siguientes características: alto poder germicida, gran poder de penetración, facilidad de aplicación, escaso costo, estabilidad, solubilidad en agua y no ser tóxicos para el hombre y los animales domésticos. Los desinfectantes químicos más comúnmente empleados son: alcohol etílico de 70° compuestos clorados, lechada de cal, formol, derivados del amonio cuaternario, mercuriales orgánicos, bifenoles clorados y yodóforos.
