encefalitis o encefalomielitis primitivas sin causa diagnosticable, destacan la leucoencefalitis hemorrági-ca aguda, la encefalomielitis aguda diseminada, etc. El tratamiento de las encefalitis purulentas es médico (sulfamidas y antibióticos) y, si existe un absceso circunscrito, quirúrgico (vaciamiento del absceso seguido de drenaje, o extirpación en masa si está encapsulado). Las medidas de orden general tratan fundamentalmente de prevenir las complicaciones evitables (decúbitos, infecciones, etc.).
encefalitis
Hombre pigmeo. El enanismo en algunas razas humanas indica simplemente que su talla es inferior a la de otras.
reflejos exaltados o abolidos, trastornos de la sensibilidad, etc. Lo típico es la variedad de la sintomato-logía, sobre un fondo de frecuente sopor, con síntomas seudomenín-geos y fiebre. La punción lumbar suele mostrar un líquido claro, hi-pertenso, con escaso número de células y proteínas y aumento de glucosa. Las causas habituales de la encefalitis o encefaiomielitis son: infecciones, intoxicaciones y agentes físicos (insolación, descompresiones bruscas o «enfermedad de los buzos», traumatismos, hipertensión arterial, por hemorragia difusa, etc.). Entre las intoxicaciones causantes de encefalitis, la más frecuente es la de arsénico; otros tóxicos susceptibles de producir encefalitis son el plomo, óxido de carbono, sulfuro de carbono y, sobre todo, manganeso. La encefalitis epidémica o letárgica es debida a un virus específico, que afecta singularmente a los núcleos optoestriados; se llama también encefalitis de Von Economo. En las formas agudas, el tratamiento se realiza a base de gammaglo-bulinas, vitaminas, etc.; en las crónicas se realiza el mismo tratamiento que en la enfermedad de Parkinson*. Las encefalitis o encefalomielitis secundarias a infecciones conocidas son muy numerosas; tienen un curso muy grave y pueden pasar al estado crónico, dejando cuadros en los que puede dominar la sintoma-tología extrapiramidal, parkinsonia-na, o paraplejías. Todas las infecciones pueden producir estos cuadros (sífilis, paludismo, tuberculosis, tifus, neumonía, gripe, etc.). Por su importancia destacan las siguientes: encefalitis herpética, debida al virus del herpes*; encefalitis sarampiono-sa, debida al virus del sarampión; encefalitis posvacunales o vacunales. La encefalitis posvacunal se da especialmente en la primera vacunación de individuos mayores de cuatro años, apareciendo al cabo de 10-44 días de la vacunación (principalmente después de la vacunación antivariólica, antirrábica, antitifoidea, antiescarlatinosa, antidiftérica, etc.) y su tratamiento es puramente sintomático. Entre las f. Nombre que se da a un grupo de enfermedades provocadas por un proceso inflamatorio del encéfalo, que a veces se extiende a la médula (encefalomie-litis) o a las meninges (meningoen-cefalitis).
Las encefalitis pueden ser de origen bacteriano, parasitario, micósico, viral o alérgico; primitivas o secundarias a una afección general, y aisladas o asociadas a una afectación de las meninges (membranas que envuelven el cerebro y la médula es-piñal). Se suele dividir este conjunto de síndromes en tres grandes grupos: la encefalitis epidémica; las encefalitis o encefaiomielitis secundarias a infecciones diagnosticables (por ejemplo las que complican a una sífilis o a una tifoidea), y la encefalitis o encefaiomielitis primitiva de causa dudosa o desconocida, es decir que aparecen como enfermedades primitivas. La anatomía patológica de los dos últimos grupos es bien conocida: predominan lesiones vasculares agudas o subagudas y lesiones nerviosas, principalmente focos difusos de desmielinización o mielinoclasia de las fibras nerviosas (v. mielina). Los síntomas comunes a las encefalitis o encefaiomielitis son los siguientes: comienzo brusco o presentación precedida de unos días de desgana, malestar, dolor de cabeza, somnolencia e insomnio; suele haber escalofríos y fiebre (la altura de ésta es desde el comienzo un indicio útil para pl pronóstico; a más hipertermia, mayor gravedad); desde el principio puede haber rigidez de nuca; la respuesta de los reflejos es variable (disminuidos, normales, exaltados); las lesiones de la corteza (más o menos profundas, más o menos extensas) dan lugar a una serie de síntomas, variables de unos casos a otros: convulsiones, mioclonías, hemiplejía, mono-plejía, afasia, parálisis oculares con diplopía, nistagmus, vértigo, sordera, síntomas cerebelosos y bulbares; trastornos respiratorios, etc. Cuando se afecta el tramo medular (poco frecuente en el primer grupo, el epidémico), aparecen las manifestaciones espinales: paraplejía con
