f. Exageración anormal de la cantidad de glucosa contenida en la sangre. (V. GLUCE· MIA.) La glucemia en ayunas oscila normalmente entre 0,7 y 1,1 mg/dl y se suele determinar actualmente por métodos enzimáticos. El aumento de la glucemia por encima de estos valores normales es, por tanto, lo que constituye la hiperglucemia. Hay hiperglucemia, en ayunas, en los diabéticos medianos y graves; en gran número de diabéticos leves, la cifra es normal o apenas elevada. No se puede establecer una relación fija, en todos los casos, entre la cifra de hiperglucemia y la glucosuria (glucosa en la orinal, por la intervención del factor renal, que puede variar de unos casos a otros. Todas las glucosurias que se observan en clínica son hiperglucémicas excepto la glucosuria renal, en la que la glucemia es normal. En la práctica, la hiperglucemia se origina casi siempre por alteraciones endocrinas. Las influencias endocrinas se dividen, respecto a la glucemia, en dos grandes grupos, centrados ambos en el páncreas; en particular, en su tejido endocrino (islotes de Langerhans): uno es hipoglucemiante, producido por las células beta, que elaboran la insulina, la hormona hipoglucemiante por excelencia, y otro hiperglucemiante, producido por las células alfa, que elaboran el glucagón, hormona que aumenta el contenido de glucosa en la sangre. La lesión del páncreas producida la hiperglucemia (y la diabetes) por dos mecanismos: por la supresión de la acción hipoglucemiante de la insulina y por la persistencia, durante la enfermedad, del glucagón hiperglucemiante, ya que la lesión diabética afecta a las células beta, insulínicas, y no a las alfa, glucagónicas. En resumidas cuentas, la perturbación del metabolismo hidrocarbonado, que se manifiesta por una glucemia constante, sobreviene cuando cualquiera de los elementos reguladores de dicho metabolismo (vitaminas como la B y ciertas enzimas esenciales en el metabolismo intermediario de la glucosa) se afecta profundamente y los demás no alcanzan a compensar esa perturbación. El desequilibrio resultante se expresará o por la hipoglucemia' o por la hiperglucemia, que va casi siempre seguida de glucosuria y, muchas veces, acompañada del cuadro clínico diabético (v. DIABETES). De todos modos, existen también hiperglucemias que no parecen originarse en desequilibrios endocrinos y que, por tanto, no se acompañan de glucosuria; estos casos tienen casi siempre un sentido benigno, pero algunas veces pueden coincidir con el comienzo de la evolución de un cáncer o con fases caquécticas, seniles, de la arteriosclerosis. 
El análisis de la sangre permite diagnosticar y seguir 105 casos de hiperglucemia, presencia excesiva de glucosa en la sangre.
