f. Período de la vida comprendido entre el final de la juventud y el inicio de la vejez.
La madurez, en cierto sentido, se alcanza, pues, al llegar a la edad adulta (20-25 años), concluyendo aproximadamente entre los 60 y 70 años de edad. La madurez no sólo comprende el aspecto físico o fisiológico del desarrollo del individuo, sino también el psíquico, hablándose a menudo de madurez fisiológica, madurez psíquica, madurez mental, etc.; entre ellas suele haber un desequilibrio que puede llegar a ser importante. En la edad adulta se alcanza una relación armónica entre la psique individual y la realidad; el individuo asume un equilibrio entre impulsos instintivos y exigencias racionales, lo que le permite desarrollar su personalidad y alcanzar sus objetivos en el marco de las condiciones -adversas o favorables- del medio social en que se desenvuelve. La individualidad psíquica del adulto se realiza a través de diversos factores, tales como el equilibrio sexual, la vida afectiva, la familia o estructura familiar, el trabajo, la lucha por conseguir un puesto en la sociedad, etc. Por otra parte, el individuo adulto dispone de suficientes energías físicas y psíquicas para afrontar y superar positivamente los diversos desequilibrios y traumas psíquicos que, en gran parte, tienen sus motivaciones en los traumas y frustraciones de la edad evolutiva o en causas de origen orgánico y hereditario. Al llegar a la vejez, estas energlas van flaqueando progresivamente, rompiéndose la relación armónica entre psique individual y realidad, y el deterioro mental se acentúa cada vez más a causa del proceso de envejecimiento vascular, que disminuye la irrigación sanguínea del cerebro, y de una disminución de la vitalidad de la célula nerviosa. (V. ADOLESCENCIA; INFAN· ClA; VEJEZ.)
