Es una expresión madrileña para una buena comida, de la que el cocinero oculta los ingredientes, porque quiere mantener el secreto de su receta, o porque considera impertinente una consulta que no tiene ganas de responder. Parece provenir de un juego popular en algunas festividades donde se colgaba de una soga a un gallo y los participantes con los ojos vendados trataban de asestarle golpes de palo hasta matarlo, y quien lo conseguía se lo llevaba para cocinarlo con arroz, aunque en algunos casos se lo compartía con el resto de los asistentes a la fiesta. Por esto último es que se asocia a esta locución con banquetes y celebraciones populares. Ver muerto, «canguingos y patas de peces».
"Diga NO al maltrato animal."