Yo interpreto esta creencia de las religiones orientales como una energía espiritual invisible, pero de algún modo intuíble, que nos envuelve como una segunda naturaleza adquirida en base a nuestros actos pasados buenos o malos y los de nuestros antepasados reencarnados, de modo que el presente es el resultado del pasado y el condicionamiento del futuro. Quizá la palabra occidental más próxima al karma es el carácter que cada uno nos vamos conformando con la conducta. Es cierto que los orientales le dan una dimensión más transcendente y lo entienden como una ley cósmica.
