Son dos expresiones distintas del latín. Carpe diem pertenece a la oda 11 de Horacio. El verso completo dice: carpe diem, quam mínimum crédula póstero: aprovecha el día, que el futuro es incierto. Aunque el trasfondo literario de Horacio es epicureísta, en la expresión no hay una invitación explícita al placer, como sí sucedió en el Renacimiento. Tanto en la Edad Media como en el Barroco y el Romanticismo el referente es la fugacidad de la vida, que también se repite en la otra expresión: memento mori: recuerda que has de morir, cuyo origen probable está en la costumbre romana de decírselo a los generales que entraban victoriosos en Roma. Aunque según el testimonio de Tertuliano, lo que el esclavo decía al general victorioso era: Réspice post te! Hominem te esse memento!: Mira hacia atrás! Recuerda que eres un hombre (y no un dios).