EXTERNAMIENTO Es el opuesto que le falta a internamiento. Nos hemos dejado arrastrar por el vicio léxico y fáctico del internamiento. Por empezar usamos este término como eufemismo y eufactismo (perdón por el palabrote) del encarcelamiento. Hoy las cárceles ya no son ni eso, ni prisiones, ni penales ni nada parecido. Hoy se las llama "centros de internamiento" provisionalmente, mientras nos hacemos a la idea de llamarlas por fin "internados". Por supuesto que los presos, reclusos, penados, encarcelados o condenados ya no se llaman con esos nombres tan feos, sino que gozan del bello nombre de internos. Y otro de los grandes fenómenos a que asistimos es la obsesión por pasar al mayor número posible de internos al régimen de externado (en la nómina de la institución y bajo su responsabilidad, pero fuera de ella). Es la fórmula más moderna de la pedagogía de la reinserción. Si el verbo que corresponde a interno es internar, y el sustantivo de acción internamiento; el verbo que le correspondería al participio pasado externo, sería el de externar, y el sustantivo de acción, externamiento. Pero esa terminología está haciendo la misma falta o más en el nuevo sistema de enseñanza, que va necesitando ya palabras para implementar todo lo relacionado hoy con las aulas externas y los respectivos alumnos externos; y más adelante, como sigamos por el mismo camino, con los alumnos externos que estén en su casa atendidos por el padre o la madre (que gozarán del respectivo permiso laboral remunerado) asistidos a su vez por el equipo psicológico y docente del colegio.