De todos los problemas del hombre para el cual las respuestas aún resultan insatisfactorias, permanece de pie el saber de dónde venimos. Pareciera que ya no es interrogante el saber hacia dónde vamos. Inevitablemente la muerte nos espera. Y el nos en este caso como en adelante, todos somos: hombre y naturaleza todos, para mantener la inexacta división de religioso origen y que tanto pesa, en el sentido de haber hecho del hombre un ser diverso a ella, como si hijo de Dios aparte fuera y privilegios por ello tuviera y haber dispuesto que sobre la tierra el dueño fuera. Las identidades profundas que la moderna biología ha evidenciado hacen al hombre semejante a las ratas y las verdades de la historia lo hacen, tantas veces, mucho más perverso y asqueroso, pero a su diferencia el arte existe y sin saber cómo ha hecho a algunos hombres distintos, sanos y buenos y en ese hacerse lo hizo diferente a tantos otros seres hombres. El destino trazado inexorable es, sólo que, por empeño de unos pocos, muy pocos, los creadores del arte y de la ciencia han logrado alargarnos la vida y los diversos modos de hacerse la política han logrado que el de abajo pueda alargar su tiempo de espera, sin saber cómo y sin importar para qué. Así andamos los de abajo, a ciegas, mientras los creadores viven su vida trágica cargando el peso de la angustia que los impele a seguir buscando la posibilidad de alargar el tiempo. Total, es el tiempo y no el espacio el mundo de la vida. La vida de la vida es el tiempo.