Nombre propio masculino, actualmente desusado, derivado del griego Polykarpos, de polýs pollé polý, mucho, numeroso y karpos karpou, fruto: de muchos frutos, fructífero, fructuoso y por extensión creativo. Fue un nombre, portador de buenos deseos, frecuente entre los primeros cristianos. San Policarpo fue obispo de Esmirna en el siglo II