Refrán castellano, no siempre verdadero, que tiene su origen en el Derecho Canónico, en concreto en el libro sexto que añadió Bonifacio VIII en el siglo XIII a los cinco libros de las Decretales de Gregorio IX. En latín, qui tacet, consentire videtur; posteriormente se matizó: qui tacet, ubi loqui potuit et debuit, consentire videtur: quien calla, cuando pudo y debió hablar, parece que otorga. Por tanto, el que calla cuando es acusado de algo y no se defiende pudiendo y debiendo hacerlo, parece que es culpable.
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