Locución verbal que revela cierta superstición y fatalismo cultural con resonancias inconscientes de nuestro pasado colectivo. Se usa esta expresión acompañada de la acción para expresar el deseo de que las cosas que van bien y se mencionan, no se tuerzan y empeoren, como si la madera nos ayudara a ello ya que la madera ha sido nuestra aliada histórica en la lucha por la supervivencia. Por esta razón las culturas animistas del pasado, como la religión celta de los druidas, han sacralizado los bosques, considerándolos la morada de los dioses.
"Hoy no ha habido ninguna desgracia, pero toca madera"
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